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EL FRACASO DEL NEOLIBERALISMO. FUENTE: la-razon.com

La hora de los socialistas

Por la unidad de los núcleos socialistas y la refundación de la izquierda revolucionaria

Publicado: 2020-08-14

Movimiento Socialista Emancipación 

Un consenso comienza a crecer entre las organizaciones socialistas peruanas. Este consiste en la necesidad de pasar al frente y asumir un rol protagónico en el contexto que vive el país.

Sabemos bien que hoy no somos una fuerza con posibilidad real de incidir en la política nacional. En contra de serlo juegan el que nuestras organizaciones sean generalmente pequeñas, que los diversos núcleos revolucionarios estemos dispersos y que enfrentemos un contexto político que hace ya algunas décadas es reacio a la izquierda -y más reacio aún a quienes se proponen objetivos socialistas.

Aunque, sin duda, parte de nuestra debilidad actual se ha debido también a nuestras propias prácticas -a veces sectarias y basadas en la desconfianza mutua-, su mayor explicación se encuentra en el contexto histórico que nos ha tocado enfrentar. Nos encontramos con una época marcada por la caída del bloque soviético, la despolitización general, el repliegue del movimiento social, el viraje liberal de la izquierda oficial y el abandono de la producción marxista, entre otros varios aspectos.

Pero no es el lugar para profundizar en las dificultades objetivas que enfrentamos. Antes bien, constatemos que el momento actual abre una posibilidad objetiva para superar esas limitaciones y, por supuesto, un imperativo ético a luchar más fuertemente que antes por tener éxito. Nos apoyamos en tres razones para sustentar esta afirmación.

La pandemia y la ineficiencia del capitalismo para garantizar el bien común

FUENTE: FRANCE24.COM

La primera razón se relaciona con la pandemia global generada por la COVID19. Si la crisis del 2008 mostró que el sistema capitalista es absolutamente ineficiente para garantizar el bien común, pues podía dejar a la población sin vivienda, sin salud y sin seguridad social por salvar a un puñado de banqueros, la pandemia del 2020 lo confirma con resultados aún más funestos.

El virus ha desnudado la realidad de forma trágica. La sociedad capitalista pone en el centro el interés privado y la acumulación de capital, mientras que el combate al virus requiere poner en el centro el interés colectivo y el bienestar general. No es casual que solo los países con mayor capacidad de planificación hayan logrado vencer al virus sin tan altos costos humanos.

El capitalismo no puede asegurar que la población con hambre se alimente, que el enfermo acceda a la salud y que los recursos disponibles prioricen la subsistencia. En países como el Perú, donde ese capitalismo tiene un sello neoliberal basado en la depredación del Estado, el saqueo económico y la explotación laboral, esta realidad se siente con mayor crudeza. A la fecha, nuestro pueblo ha perdido cerca de 50 mil personas.

Si no es ahora, ¿cuándo criticar al capitalismo abiertamente con más argumentos de nuestro lado? Si no es ahora, ¿cuándo levantar un programa socialista que ponga ante la población la posibilidad de una sociedad donde la vida, el empleo y la salud estén en el centro?

Las explicaciones al descalabro sanitario y económico que ofrece la tecnocracia social son mediocres. Las referencias a la debilidad institucional, la corrupción, las grandes desigualdades, la indisciplina de la gente, la informalidad, etc., no explican nada. Son pura propaganda y las mentiras se van cayendo poco a poco ante la dureza de los hechos.

Los socialistas tenemos la capacidad de explicar al pueblo los fundamentos reales de esta crisis y, por tanto, de ofrecer salidas reales a ella. Una señal de esa oportunidad es la aceptación que hoy tiene la posibilidad de nacionalizar las clínicas privadas o de controlar los precios de las medicinas. Por supuesto, la ideología imperante sigue empujando a la población a la resignación y al autoculpamiento, pero las condiciones objetivas, tarde o temprano, terminan primando. Con la peor crisis de nuestra historia republicana, estamos ante un punto de inflexión.

La embestida en curso y el desarrollo del antagonismo de clase

LUCHA EN ESPINAR. FUENTE: EL COMERCIO

La clase dominante ha decidido, como no podía ser de otro modo, poner en el centro sus intereses económicos, abandonando por completo la defensa de la vida de la población. La cuarentena fracasó, somos el quinto país con más contagios en el mundo y el primero en tasa de fallecidos, pero la prioridad del gobierno de Vizcarra es la reactivación económica. En el fondo de esta decisión indolente está el que las familias de la burguesía han dejado de temer. El virus se está convirtiendo en algo parecido a la tuberculosis: una enfermedad de pobres.

Cuando el gobierno da como mensaje que se salve quien pueda, apelando a la responsabilidad individual, está confirmando que las vidas de la clase trabajadora valen menos que las de la burguesía. Hay vidas de primera y de segunda. La diferencia de clases se muestra con diáfana claridad. Y no solamente emerge el abismo entre la clase dominante y el pueblo trabajador, sino que se desarrolla también su antagonismo. El discurso del ex Primer Ministro Cateriano, por encargo del Presidente, anunció la ruta y el nuevo Premier la recorrerá diligentemente.

La reactivación económica avanzará a toda costa, con proyectos extractivos sacados a sangre y fuego y con una reforma laboral que desmantelará los pocos derechos de los trabajadores. La misma agenda empresarial del destrabe, que nace el 2014 en contexto de desaceleración económica, hoy se presenta acentuada, radicalizada y encuentra una oportunidad. Aprovecharán el estado de emergencia, el miedo al contagio, los dirigentes muertos por el virus en las comunidades indígenas, el aval mediático, la presión por recuperar el PBI, un presidente con popularidad y una desmovilización general. Vizcarra se encuentra en una posición muy similar a la de Fujimori el año 1992.

Ya sufren las consecuencias nuestros hermanos de Espinar, masacrados por la represión; nuestros hermanos del pueblo Kukama, que lloran a tres muertos producto de balas policiales ante el silencio de la prensa; nuestras compañeras de SITOBUR, reprimidas y amenazadas de forma criminal, como en tiempos de dictadura.

Esa es una segunda razón por la quelos socialistas debemos asumir un rol activo y protagónico. La diferencia de clases y su antagonismo se hacen cada vez más evidentes.

No podemos esperar nada de la izquierda institucional

MARISA GLAVE Y LUZ SALGADO. FUENTE: EL COMERCIO

A ello agreguemos una tercera razón: no podemos esperar que la izquierda institucional desempeñe un rol activo de defensa de los intereses populares. Lo sabemos bien desde los años 2000 en adelante, cuando el grueso de la izquierda partidaria asumió posiciones liberales y concentró su accionar en el juego electoral, ocultando con pragmatismo su propio oportunismo personal y grupal. Pero es más claro al observar su desempeño en el desarrollo de la crisis política que inicia el 2016.

La apuesta por el “mal menor” llevó a esta izquierda a carecer totalmente de iniciativa y a desempeñar un mediocre rol de apoyo a un gobierno neoliberal so pretexto de enfrentar al fujimorismo. Después de Fujimori, no hemos tenido un gobierno más orgánicamente empresarial que el de Kuczynski, gobierno continuado por Vizcarra, pero hemos visto a parlamentarios que se autodenominan de izquierda hacer las veces de fuerza oficialista y a sus ONG las veces de domesticadores de la protesta.

¿Qué puede decirle esa izquierda al país? ¿Qué credibilidad tiene para hacerlo? ¿Qué interés sincero tiene de asumir una posición de clase? No es casual que, en la peor crisis de siglo, la izquierda institucional, aun con presencia parlamentaria, pareciera ser invisible.

La unidad de los socialistas y la refundación de la izquierda revolucionaria

LUCHA CONTRA LA LEY PULPÍN, 2014. MARCÓ NUESTRA GENERACIÓN. FUENTE: RT.

La lucha política de los últimos años ha trazado, pues, una línea divisoria en el campo popular. Hoy, más que hace unos años, los socialistas nos reconocemos del mismo lado con mayor facilidad. En nuestra diversidad de orígenes, de tendencias, de caracterizaciones, en todo el país, hemos estado del lado de la clase trabajadora en sus luchas concretas sin ningún afán electoral de por medio.

Hemos peleado las interpretaciones liberales de la corrupción y hemos apuntado al modelo económico y al sistema capitalista. Hemos señalado a la clase dominante como el enemigo y no solo a una de las derechas, como si el pueblo tuviera que resignarse a elegir al más refinado de sus opresores. Hemos apuntado a una transformación constituyente con protagonismo popular y no a un claudicante compromiso con el fortalecimiento institucional. Hemos hablado desde el pueblo y no desde la reaccionaria pequeña burguesía limeña.

El Perú necesita una alternativa socialista. El Perú necesita que la izquierda revolucionaria se una y sea una fuerza política que abra un periodo histórico nuevo. Los que nos reconocemos como instrumento político de la clase trabajadora, los que nos reconocemos marxistas, los que creemos y trabajamos incansablemente por un cambio revolucionario, aun desde nuestra minoría, tenemos hoy, al mismo tiempo, un deber y una oportunidad.

Discutamos la mejor fórmula, pongamos de relieve nuestras coincidencias, que son muchas, antes que nuestras diferencias, que son pocas. Aceleremos la marcha y hagamos lo que nos toca hacer. Refundemos a la izquierda revolucionaria peruana y pasemos al frente como una fuerza política que comience a transformar al país.


Escrito por

EMANCIPACIÓN

Somos una organización política marxista y socialista que apuesta por la superación de toda forma de dominación.


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