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Construcción de una nueva sociedad luego de la crisis

Traducción de Marcos Lopez Aguilar

"La sociedad humana juzgará –ella misma- a sus obras."

Frédéric Lordon

Publicado: 2020-04-13


La crisis sanitaria ha provocado que diversos filósofos y científicos sociales se interesen por analizar la situación actual. Uno de los intelectuales interesados por el futuro es Frédéric Lordon, profesor en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de Paris (Francia) y director de investigaciones del Centro Nacional de la Investigación Científica. Aquí presentamos un texto suyo, cuya propuesta es la construcción de una nueva sociedad luego de la crisis con una jerarquía de principios completamente diferente a la actual. La traducción es de Marcos Lopez.

ORIENTACIONES

Prologo

En realidad, es simple. Indudablemente, ahora sabemos que la manera mediante la cual hemos vivido –la manera capitalista- conduce al desastre general. Entonces, debemos cambiar. Completamente.

I

Sin duda hacía falta una catástrofe para clausurar el largo paréntesis de la prehistoria, es decir, aquella del desarrollo material. El malestar valdrá la pena si nos hace entrar en la historia: aquella del desarrollo humano. Para esto, la vida común debe transformarse por completo.

Los individuos que han reinado durante la prehistoria continuaran teniendo su derecho a la ciudad. Nosotros los veremos como “rarezas” (curiosités), apreciaremos sus transformaciones e impediremos, fervientemente, que nos perjudiquen. Porque, lo que debemos hacer, es lo opuesto a lo que ellos nos han impuesto por tanto tiempo.

Que las sociedades de la prehistoria hayan podido hacer del desarrollo de la acumulación monetaria su único horizonte pone, en su contra, la más terrible de todas las requisitorias.

Una sociedad humana jerarquiza sus prioridades de una manera completamente diferente: siguen un orden lógico por la razón que todo es solidario, aún si, en la práctica, se da a un todo.

II

Las exigencias de la conservación de la vida vienen en primer lugar. Para vivir bien (bien vivre), es necesario empezar por vivir bien (vivre bien).

Le sigue, en lo más alto de la jerarquía, el sistema general de la salud. Por sistema de la salud, no hay que entender solamente las instituciones médicas, sino el conjunto de prácticas afines al bienestar del cuerpo. Estas prácticas suponen la difusión por la vía de la educación, la transmisión de experiencias y el tiempo de llegar a un acuerdo.

Luego, al igual que la conservación de la vida humana, entra decisivamente la enorme consideración respecto a la existencia de los no-humanos. Solamente la locura de creernos “un imperio dentro de un imperio” nos ha hecho olvidar que nosotros no somos suficientes y que necesitamos de los otros o, al menos, de organizar nuestra simbiosis con ellos y, por lo tanto, de vivir inteligentemente en su compañía.

Las nuevas formas de la agricultura entran en esta inteligencia.

La medicina, las prácticas del cuerpo, la preocupación por la simbiosis y la agricultura son las instituciones de la salud humana.

III

Sin embargo, no hay salud posible si tenemos preocupaciones materiales. Lógicamente, la segunda prioridad es aquella que les sustrae a los individuos sus miedos respecto al futuro, la subordinación mental que causa la servidumbre política. Nadie debe temer.

Si el trabajo social no puede realizarse de otra manera que no sea dividido, es impensable que alguien tenga miedo de no poder acceder a todo lo necesario. La sociedad que salga de la prehistoria apunta a la mayor estabilización posible de las condiciones de existencia material de los individuos a través de la organización colectiva en todas las escalas. Ninguna vida debe depender de un intermediario volátil, soberano y tirano, ya sea en su forma de “empleador” o de “mercado”. Toda la sociedad debe garantizar incondicionalmente a cada uno de sus miembros el acceso a los medios socialmente determinados para su tranquilidad material.

Si todos queremos tener un mínimo de lo necesario, lo máximo deberá ser rigurosamente limitado.

La propiedad privada no tendrá más que un goce de uso. Su explotación con fines de valorización pertenece a la prehistoria y permanecerá como un fósil.

El desastre nos habrá enseñado que la jerarquía prehistórica de las personas importantes estaba en sus cabezas: los famosos ministros (les réputés premières) eran balas de cañón, inútiles en el mejor de los casos y mayormente nocivos. De hecho, la sociedad estaba sostenida por aquellos considerados subalternos. Con la división del trabajo transformada en vista de deshacerse de las balas de cañón, la sociedad identificará claramente a aquellos a quienes más le debe y los tratará como se merecen.

IV

Los títulos de la salud y de la existencia material no son más que los prerrequisitos necesarios para la vida colectiva: el desarrollo de las fuerzas creadoras de todos.

El acceso extendido y permanente al mayor número de saberes posible por el gran número de individuos se hace evidente en la sociedad del desarrollo humano. Quien sea que cultive su espíritu, cultivará, ipso facto, el de los otros. De esa manera, él individuo le es útil a la sociedad y la sociedad lo respalda.

Si le damos a esto el nombre general de educación, todas las formas serán desarrolladas a título de prioridades para la vida social: escolar, popular, asociativo, autónomo, etc. De la misma manera todos los ámbitos.

Les medios de comunicación, instrumentos de servidumbre, conformismo y embrutecimiento en la sociedad anterior, recibirán una atención particular. Ellos estarán estrictamente abocados a la misión presente en su mismo nombre: permitirle a cada uno conocer la vida de todos los otros y de la colectividad y de las otras colectividades. Además, deberán dar cuenta de todas las ideas y de todas las creaciones, sin estar subordinados a ningún poder constituido.

Las educaciones, los medios de comunicación y los lugares de creación son las instituciones del desarrollo humano.

La prehistoria material ha situado el sentido de la vida al nivel del goce monetario, la historia humana la pone en las posibilidades de la libre producción de las manos y del espíritu. Ella reemplaza el dinero por la obra (en el sentido más amplio del término), es decir, sin que esta imponga alguna condición de abstracción o de posteridad, sin que las excluya.

La sociedad humana juzgará –ella misma- a sus obras.

Coda

Los principios no tienen más fuerza que aquella de la tinta en el papel. Para que adquieran una dimensión viva, deben, dijo un explorador, “apoderarse” de varios.

Entonces, hay que admitir que la naturaleza de las declaraciones es quedar silenciadas en cuanto a las condiciones de realización de los principios. Nosotros tenemos, sin embargo, una idea bastante clara de la fuerza con lo que debemos apoyar su realización.

Además, las declaraciones de los principios omiten varias cosas y no dicen nada sobre los detalles. Esa es otra debilidad. Pero ahí están sus ventajas. Aquella, notablemente, de dejar que el recorrido se trace caminando.

No resta más que querer ir más lejos. Si hoy en día es una necesidad de salvación, no es suficiente en si misma: no partimos a ningún lugar sin hacerse antes una idea del destino.


1  Originalmente publicada en francés el 7 de abril 2020 : https://blog.mondediplo.net/orientations


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